John Constantine está comprobando las consecuencias de jugársela a un miembro de la mafia, pues se despierta encadenado a un poste del puerto con el mar subiendo su nivel. Finalmente consigue zafarse con su habitual labia de este ajuste de cuentas, pero eso no le saca del peligro. Pues todo apunta a que va a tener que volver a recorrer los pasillos de Ravenscar, el sanatorio mental donde pasó una larga temporada. John se tendrá que enfrentar no solo a los demonios que le han encargado exorcizar, sino también a los suyos propios del pasado.
En ese revival de tramas pasadas es donde se mueve la etapa de Andy Diggle. Su historia comienza de una manera más contundente que ninguna y rápidamente rescata hilos que se remontan a la estancia de Jamie Delano en Hellblazer. Aunque cabe recalcar que es menos psicodélica que aquella y que, tras un par de arcos, Diggle asienta conceptos completamente nuevos, y ambas cosas son de agradecer.
En la parte gráfica tenemos una buena batería de artistas. Algunos de ellos ya los hemos visto en las páginas de Hellblazer, como es el caso de Leonardo Manco, Giuseppe Camuncoli y Sean Phillips. Otros como Danijel Zezelj, China Miéville y Sean Murphy debutan en la colección. Todos hacen una labor encomiable al dibujo y consiguen captar, en su estilo, la esencia del John Constantine y su entorno. De hecho, Murphy quien volvería en un futuro a dejarnos una miniserie verdaderamente memorable. Aunque ya os hablaré de ello cuando llegue el momento.
Recogiendo todo lo citado, considero que Hellblazer de Andy Diggle es una buena etapa muy continuista con tramas que se trataron en las de otros autores. Todo ello con el toque personal, y algún que otro añadido más, del propio guionista. El volumen también consta de otras historias y especiales bastante interesantes.
Guion: 7
Dibujo: 8
Nota Cómics y Birras: 7
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