Erik Lehnsherr, el villano conocido como Magneto, encuentra los cadáveres de unos niños en un parque. Ellos eran Mark y Jill, dos hermanos mutantes. Ese fue el único pecado que cometieron, pues los llamados purificadores los ejecutaron por ello. Al parecer todo este movimiento lo ha impulsado el reverendo William Stryker, quien dejó bastante claras sus intenciones ante Charles Xavier, el Profesor X de la Patrulla X, en un debate televisivo. Ante una situación tan sumamente seria en la que los mutantes son el foco de delitos de odio, quizás se traben alianzas de enemigos acérrimos como Magneto y el Profesor X.
El guion de esta dura historia corre a cargo de Chris Claremont. El patriarca mutante se encontraba a los mandos de la serie central de los X-Men cuando decidieron gestar esta novela gráfica al margen de la numeración troncal pero dentro de continuidad. El resultado es una obra que refleja en los mutantes esa discriminación social que sufren algunos seres humanos de otros por simplemente ser distintos en etnia, cultura, religión… Algo que tristemente sigue siendo actual.
De los lápices y tintas se encarga Brent Eric Anderson, el cual considero que también se encuentra en su mejor momento. Anderson, quien ya me gustó en Astro City, aporta el tono serio que merece este relato, sin olvidar las escenas de acción por supuesto. Algo a lo que también ayuda el color de Steve Oliff cuyo juego de luces y sombras es también la clave de la narración visual.
En resumen, La Patrulla X: Dios ama, el hombre mata es una cruda historia cuyas dosis de realidad social la elevan a una de las mejores obras no solo de los X-Men, si no del cómic en general. A título personal también se encuentra entre mis favoritas y me marcó en el momento en que lo leí por primera vez, que fue más tarde de lo que me habría gustado.
Guion: 9
Dibujo: 8
Nota Cómics y Birras: 9
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