Charlie Parish es un guionista de éxito es considerable en Hollywood de los años 40. Lo que nadie sabe es que sus laureados guiones los escribe Gil Mason, denostado en la industria por sus tendencias comunistas. Tras una noche llena de alcohol y humo, Charlie despierta junto a Valeria Sommers y descubre que alguien ha asesinado esta afamada actriz. Cuando la investigación empieza, buena parte de Hollywood es sospechosa del asesinato de Valeria, incluso el propio Charlie. Pues hasta él mismo duda de su inocencia.
Una oda al cine, aunque también su cara más fea, es la historia que nos propone Ed Brubaker. Pues se enfoca en el momento en el que nació ese género: los tiempos de la Lista Negra hollywoodiense. Un marco que abarca la persecución de simpatizantes comunistas, estudios controlando la vida de las estrellas, productores con secretos y vicios terribles, y extorsionadores en nómina de la productora. Por supuesto trata de un relato noir, como suele ser habitual en el tándem Brubaker/Phillips, y no falta alcohol y tabaco a raudales, como también manda la década en la que se ambienta.
Junto a Ed Brubaker está su eterna comparsa artística, Sean Phillips. Su estilo oscuro, con las sombras magníficamente marcadas no podría haber encontrado mejor obra para plasmar. Y es que da la impresión de estar en esos despachos llenos de humo, sets de rodaje y bares tras acabar una larga jornada de tomas. El color de Elizabeth Breitweiser acaba de completar la parte gráfica, con una paleta que se adapta a la perfección a ese tono gris del relato.
Resumiendo, si sois seguidores de este soberbio equipo creativo no hará falta que os diga que tenéis una cita obligada con The Fade Out, pues una de sus obras más redondas. Y si sois amantes del cine en cualquier momento de este y de sus entresijos, os lo recomiendo encarecidamente.
Guion: 10
Dibujo: 10
Nota Cómics y Birras: 10
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